miércoles, 6 de octubre de 2010

Una voz ronca III


La Luz.

El sonido de las hojas la devolvió la consciencia. Ahora, se encontraba en un camino flanqueado por numerosos árboles. El mismo que tantas veces recorrió sola de casa al colegio. De su boca salió una sonrisa melancólica, que se borró en cuanto a su mente llegaron los recuerdos de aquella época. Desde los 8 había sido obesa, su madre no se preocupaba por que llevase una dieta apta para su edad, realmente, su madre no se preocupaba por nada. Ahora comprendía la razón. Tuvo que aguantar los insultos de todos los compañeros.
Siguió caminando por la arboleda, hasta llegar a su viejo colegio.
Se acercó a la verja y dirigió la mirada a un círculo de niños reunidos, lo que estaba en el centro del círculo no podía verse, quizá un gato muerto.
Reconoció a muchos de ellos, deseó tanto no tener que verles de nuevo…
Escuchó los cantos que de sus jóvenes gargantas salían.
-“Corred corred!! Guardad vuestras meriendas! O la pequeña niña bola os las quitará a todos.”
-“Corred corred!! Cerrad la puerta de vuestra casa!! O la pequeña niña gorda nos devorará a todos”.

Salieron corriendo. Y en el centro del círculo apareció una niña, ella misma, en el suelo, con su vestido rosa de volantes, ahora lleno de barro y chocolate de su propio bocadillo que le habían restregado por la cara y la ropa. Lloraba. Mientras masticaba los restos de su bocadillo. Los nervios le hacían comer como un animal hambriento. Nadie se dignaba a acercarse a consolarla, ni las profesoras que miraban y reían a escondidas.
Eran alrededor de las 6 de la tarde, estaba oscureciendo. Ella decidió esperar cerca del colegio, no quería que la pequeña niña tuviese ningún problema más.

Sonó la campana y comenzaron a salir niños en estampida, la última fue ella. Caminaba asustada, mirando a todas partes. Comiendo una barrita de chocolate. En la puerta esperaba su madre.
Observaba como se alejaban por un camino, mientras que por el contrario marchaban los niños que una hora antes la humillaron en el patio, iban todos juntitos, contentos por haber hecho imposible una vida escolar digna y su respectivo fracaso. Por haber creado eternos complejos en una niña que la durarían hasta los 27 años. Por crear a un ser mórbido y descontento con su vida.
Los niños avanzaban por el camino, mientras en la incipiente oscuridad, los pasos de la que ahora era mujer, avanzaban hacia ellos. La noche caía como un pesado manto.
Echó a correr hacia ellos, eran solo tres, empujando con fuerza al que estaba más a la derecha, de espaldas, en la noche, como un vulgar criminal, lanzó al niño 2 metros sobre la tierra, su maletín se abrió, salpicando el camino de libros y lápices afilados.
Ella agarró uno de ellos. Aprovechó que el niño del suelo estaba aparentemente inconsciente, para sujetar al más flacucho por la espalda, con el lápiz clavándose en su mejilla. Dirigió una mirada asesina al niño que aún quedaba libre, el miedo le había impedido salir corriendo.
“Escúchame niñato, he visto lo que habéis hecho hoy en el patio con esa pobre niña. Hoy va a ser el ultimo día, encargate de que todos los apestosos niños de tu colegio se enteren de que yo la protejo, y el que sea capaz de acercarse a ella, mirarla o hablarla jamás podrá dormir tranquilo”
El lápiz, que agarrado con fuerza ya estaba pinchado en la cara tierna del muchacho, avanzó hacia arriba, clavándose con fuerza en el ojo izquierdo.
¡¡Me has oído?!!
El chaval lloraba, mientras en sus pantalones iba creciendo una mancha húmeda.

Soltó el cuello que agarraba con fuerza y el joven cuerpo desmayado cayó al suelo.

Una luz la hizo regresar del viaje.
-Es extraño –escuchó decir a su doctor mientras la abría los parpados y pasaba ante ellos una pequeña linterna- Parece que su actividad cerebral ha sido estimulada por algo recientemente, hemos registrado los picos de actividad, y en estos últimos dos días ha habido dos momentos, que han durado varias horas.

-Es buena señal, doctor? –preguntó una voz masculina, que ni siquiera reconocía-
-Es posible que esté luchando contra el coma, pero no nos hagamos ilusiones por ahora.

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